
Mentalidad. Les confesaré que quien escribe estas líneas fue coetáneo de Xabi Alonso en su infancia en San Sebastián. Él, junto a su hermano Mikel, del colegio Ekintza, y un servidor, de Marianistas. Aun así, amigos en campamentos de verano en Etxarri y al mismo tiempo rivales en los partidos Antiguoko-Aldapeta y, ya en juveniles, en División de Honor, con el Amigó de Pamplona ante aquel otro inolvidable Antiguoko de los hermanos Alonso y de Aduriz. Ya entonces se intuía lo que ha venido después: Xabi es mucho Xabi. Hijo de exfutbolista y exentrenador (el mítico Periko), incluso hermano de quien brillaba más en la base que él —Mikel fue fichado por el Athletic a los 16 años, aunque duró sólo un año allí—, nada ni nadie han influido más en su toma de decisiones que la propia voluntad que de él mismo brota.
Tiempos. Xabi es un prodigio mental, tiene un cerebro privilegiado, además de un talento innato para el fútbol, y por eso sus pasos siempre parecen los correctos. Ayer, después de dos años y medio inolvidables, dijo adiós al Bayer Leverkusen, el club que consideró el mejor para trepar a la élite y que ahora deja convertido en una auténtica leyenda. Se va cómo y cuándo quiere. Él maneja los procesos, los tiempos. También lo hacía como jugador: no fichó por la Real Sociedad hasta edad juvenil, prefirió curtirse luego en el Liverpool y no en un grande de España, llegó al Madrid en el punto de madurez idónea y se marchó por último al Bayern para preparar su carrera de entrenador junto al mejor, Pep Guardiola.
Decisión. En su mente no hay lugar para la improvisación. Asesorado con éxito por su agencia, IDUB, con Iñaki Ibáñez y Joseba Barandiaran cobijándole, Xabi ha sabido escuchar a los demás pero sobre todo decidir por sí mismo. Es la mezcla perfecta de quien desde pequeño fue diseñado por y para el fútbol. En Alemania, en el Leverkusen, deja un vacío enorme, como en todos los lugares que pisa. Vienen grandes desafíos para él y, a diferencia del verano pasado, el momento encaja. Con él todo encaja. Con Xabi las cosas siempre son como deberían.
Hoy descubrimos a… Ryan Francisco (2006). Golear en la Copinha, en enero, suele ser sinónimo de despuntar al poco tiempo. Lo ha hecho este delantero de Sao Paulo, que tras debutar en el Paulista ha irrumpido en el Brasileirao y en la Libertadores con el Tricolor. Por supuesto, también ha visto puerta. Se le caen los goles y está llamado a grandes cosas en Brasil. Un fantástico 9 zurdo.
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