
Jan Laporta ha desarrollado habilidades propias del gran Houdini, el mago de los trucos de escape, para superar los límites del ‘fair play’ financiero de LaLiga. Contaba el presidente del Barça con la complicidad de Javier Tebas, presidente de la patronal, obligado a ayudar a todos sus asociados dentro de la legalidad. Pero el escenario ha cambiado. A Athletic, Sevilla y Atlético no les gustan los juegos de magia y han presionado a Tebas para que sea rigurosamente estricto con el Barça. La improvisación ha llevado a vender los palcos VIP del nuevo Spotify Camp Nou en un mercadeo poco entendible en un club de la importancia del Barça, todo para intentar antes del 3 de enero inscribir a Dani Olmo y Pau Víctor en una operación en estos momentos sustentada en la fe.
El Milan ya ha pedido al Barça a Olmo por cinco meses mientras el jugador renueva sus votos de amor incondicional con el club a través de Instagram porque quizá alguien le ha dicho que no está todo perdido aunque su nombre ya no figure en la plantilla del FC Barcelona en la página web de LaLiga. En la patronal se trabaja el 1 de enero y los dos futbolistas azulgrana implicados en este problemón desaparecieron de las listas oficiales quedando en tierra de nadie. Sí, Olmo en su contrato tiene la opción de irse libre a donde quiera cobrando la parte del contrato con el club que decida un juez, pero lo que quiere el futbolista es seguir en el Barça.
Laporta se enfrenta a la situación más delicada en su presente mandato como presidente porque maquilló que Leo Messi no continuase en el club culpando a la herencia del pasado, argumento inútil en este caso. La posibilidad de que Dani Olmo no sea inscrito tras ficharlo por 55 millones de euros es un error de gestión. Difícil imaginar que en el departamento financiero del Barça no haya expertos en ‘fair play’ pero es continua la sensación de que los problemas sólo se abordan cuando están al límite de pudrirse. Sólo falta esperar unas horas para ver si Jan Laporta es capaz con su ingenio de superviviente de hacer el más difícil todavía. No sería la primera vez.