

Flick y Laporta se saludan durante un entrenamiento / EFE
Hansi Flick no ha perdido ni una final en su carrera deportiva como entrenador, un éxito sin precedentes en la historia del fútbol. El técnico alemán ha tenido la virtud de transformar el Barcelona y hacer que un partido de fútbol del equipo azulgrana pase a captar la atención del aficionado porque la manera de jugar, la actitud, la velocidad de la pelota, la ambición, la frescura y el talento de los jugadores no deja indiferente a nadie.
El club ha cambiado con la llegada de este entrenador, una apuesta arriesgada de Joan Laporta atendiendo los consejos de un agente como Pini Zahaví. El presidente tenía entre ceja y ceja que fuera un técnico alemán ya desde su victoria en las urnas. Contra su voluntad, mantuvo a Koeman y fichó a Xavi hasta que en el último tramo de su mandato fichó a un técnico en el paro con experiencia solo en el Bayern Munich a nivel de clubes. El resultado no podía ser más positivo y hay que darle la razón al mandatario en este capítulo.
El alemán ha sabido adaptarse con suma facilidad, un mérito terrible tendiendo en cuenta que no habla el mismo idioma que el resto
Movido por las circunstancias económicas, el alemán ha sabido adaptarse con suma facilidad, un mérito terrible tendiendo en cuenta que no habla el mismo idioma que el resto. Sin llorar, sin buscar excusas, solo aprovechando los recursos que le da el club y minimizando los obstáculos que le llegan desde diferentes esferas, Flick ha sacado petróleo de donde había un pozo pequeño y consolidar una generación de jugadores que no acusan su corta edad.
No ha tenido miedo en apostar por jugadores jóvenes, algo que Ancelotti no puede decir lo mismo, pues es capaz de colocar a centrocampistas (Tchoameni) o delanteros (Lucas Vázquez) en posiciones que no le son propias antes de recurrir a jugadores del filial. Y es el que Madrid tiene la cantera para hacer dinero, sin ninguna otra pretensión. Unos lo hacen por creencia y por historia y por necesidad económica, y los otros porque solo lo ven como una fuente de ingresos. El Barça vive hoy momentos dulces porque la humillación al Madrid en una final es de las que quedan para el recuerdo.