
El régimen chavista está fuera de control. La detención de director de la ONG Espacio Público, Carlos Correa, del excandidato de la izquierda Enrique Márquez, del yerno de Edmundo González, Rafael Tudares, y una decena más de personas, así como el acoso al que han sometido a la mamá y los vecinos de María Corina Machado, no solo revela el desespero de Maduro. También, que le dio el papayazo a Petro para encontrar un argumento que le diera una salida decorosa a la que podría haber sido una compleja crisis política. Aprovechó las detenciones para decir: “Esto, y otros hechos, impide mi asistencia personal al acto de posesión de Nicolás Maduro”. Oportunista o no, era el momento en que, como jefe de Estado, debía tomar una posición. Y la tomó.
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El 10 de enero marca la hora de las definiciones. El anuncio de Edmundo González Urrutia, de que ese día hará presencia en Venezuela para reclamar su victoria en las elecciones presidenciales del 28 de julio pasado y asumir el cargo como presidente constitucional de los venezolanos, se constituía en un abierto desafío al régimen chavista. Aquí ya no había lugar a tonos grises. Se estaba con la permanencia de Maduro o contra ella. Más cuando la tarea de miles de venezolanos, liderados por María Corina Machado, de hacer valer sus votos escaneando las actas de votación registradas en las mesas dispuestas el día de elecciones, se convirtió en una acción cívica que conmovió al mundo. No solo por lo silenciosa y efectiva, al poner en evidencia la aplastante derrota que, por más de cuatro millones de votos, había sufrido el presidente Maduro a manos del opositor González. También porque le quitó el escaso margen de maniobra que le podía quedar al Gobierno por la votación de sus adeptos. Y dejó a los “países amigos” sin un recurso distinto a tener que exigir al Gobierno venezolano algo que ya no podría hacer: publicar las actas con los resultados electorales.
Petro ya dijo lo que tenía que decir y cómo lo tenía que decir. Habrá que esperar lo que suceda del 10 en adelante. Si el régimen captura o no a González. Aquí será a otro precio.
En la hora de las definiciones, Colombia estaba en la posición más difícil. El hecho de ser un país limítrofe y compartir una zona fronteriza poblada por 12 millones de personas en 7 departamentos colombianos y 4 estados venezolanos condicionaba cualquier decisión. No solo se trataba de valorar los costos políticos que podría tener para Colombia legitimar un régimen usurpador, desbordado y violento, sino también evaluar los costos sociales, económicos e institucionales que tendría volver a un escenario de ruptura total de relaciones con un país en el que viven más de 4 millones de colombianos. No solo por el cierre de las actividades comerciales, sino por las dificultades que implica para las familias y las relaciones familiares de uno y otro país. Con un agravante. Al tener solamente 7 pasos fronterizos legales y un incalculable número de pasos ilegales entre los dos países, los grandes ganadores con el cierre de las fronteras fueron las bandas criminales, que se lucraron con la necesidad de los pobladores de ir de un lado al otro de la frontera.
Hasta ahora, el fraude electoral en Venezuela dejó tendido en la lona al más alto funcionario del servicio exterior colombiano: el canciller Luis Gilberto Murillo. Quiso quedar bien con todos y se equivocó. En un momento que le exigía dejar ver su talante democrático, cayó en la trampa de Diosdado y su gente: despreció el esfuerzo de la oposición venezolana por recoger y sistematizar las actas que daban cuenta de la victoria electoral de Edmundo González, diciendo “No hay actas para nadie”. Trató de corregir diciendo “Si no hay actas, no hay reconocimiento. Si no hay reconocimiento, no debe haber asistencia a ese acto de posesión”. Horas después, a través del vicecanciller, Jorge Rojas, se informó que el gobierno tenía prevista la asistencia del embajador. Y si asiste o no, ya no tiene importancia. ¿Va con un mensaje distinto al que ya envió su jefe? Petro ya dijo lo que tenía que decir y cómo lo tenía que decir. Habrá que esperar lo que suceda del 10 en adelante. Si el régimen captura o no a González. Aquí será a otro precio.
* Profesor titular de la Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional