
A propósito del Día del Maestro, que se conmemora este miércoles, 15 de enero, educadores le contaron a Crónica Uno algunas experiencias que los mantienen en su profesión y hacen caso omiso de lo poco que esta les genera económicamente.
Caracas. Uno de los recuerdos que más atesora Raynel Batista en su carrera como docente es cuando su propia comunidad, en Petare, lo recibió un Día del Maestro para festejar su labor.
Entre tantas profesiones elegidas por muchos de sus vecinos, él era el único educador.
“Había más de 60 personas y cuando yo iba llegando a mi casa, me encontré a los vecinos reunidos y formados como en un canal, para que yo pasara por el medio. Iban saludándome, abrazándome y al final, me tenían una bolsa de regalos. Fue impactante y me marcó para toda la vida”,
rememora.
Su propia familia lo hace sentir especial. Sus dos hijos, que viven en el exterior, lo llaman cada 15 de enero, Día del Maestro en Venezuela, para felicitar a su padre, quien desde 1967 eligió la enseñanza como forma de vida.
“Ese amor con que uno ve que los niños abrazan a uno, vienen corriendo a saludar, o que por la calle uno va caminando y te dicen: ¡Maestro, maestro! No hay palabras para describir esos momentos tan lindos”, expresa Raynel especialista en Artes Plásticas.

Salarios bajos
Aunque los salarios son bajos y es poca la ganancia que percibe por ello, no se arrepiente ni un segundo de lo que ejerce. No obstante, por ese mismo motivo, lamenta que muchos de sus colegas se hayan visto obligados a dedicarse a otros oficios o actividades que les brinden mayores ingresos económicos.
“Si existiera un buen salario, ningún docente tendría que trabajar en más de un centro estudiantil. Eso redunda en la calidad porque cuando un profesor trabaja en una institución y luego tiene que ir corriendo a otra, ¿en qué momento prepara una buena clase?”.
Él mismo se vio obligado a buscar otra actividad para subsistir. En su caso, la misma pasión de transmitir conocimiento, lo llevó a crear la academia Dance Estrellas, en donde se desempeña como coordinador general.
La entrega por lo que hace, lleva al educador a escribirle poemas a la carrera que lo apasiona:

Un día emocionante
Para Amira Andueza saber que cada Día del Maestro recibiría dibujos por parte de sus alumnos, hacía que cada año fuese memorable.
“Muchas veces eran garabatos, pero todos ellos llenaban mi corazón y mis ganas de seguir adelante”,
comenta entre risas.
Es por ello que lamenta observar que los estudiantes ya no tienen el mismo apego y que su día parece quedar en el olvido de las mismas instituciones, que en el pasado entregaban reconocimientos a su personal, hacían comidas especiales o paseos. Algo que en la institución en la que labora ya no se hace.
“Ya no se les inculca a los niños que hay un día para celebrar con ellos y que es importante. Ya en nuestra institución no se celebra y es hasta una pelea para que te den un día libre”, dice.
Amira insiste en que no entiende cómo la profesión que forma al futuro de un país es tan poco valorada en Venezuela y celebra a sus compañeras que “sin fastidio y sin pereza”, van a sus lugares de trabajo a llevar a cabo su papel, que es tan mal pagado en Venezuela.
A pesar de los pocos incentivos le agradece a su profesión muchas de las cosas que tiene. “Nunca” habría elegido algo diferente. Amo mi trabajo. Todos los días me llevo algo a mi casa. Uno crece con los niños. Dicen que el maestro es el que enseña, pero los niños también lo hacen”.
De 61 años que tiene 25 los ha dedicado a sembrar conocimiento en hombres y mujeres que en la actualidad, cuando la encuentran, le abrazan con el mismo cariño que lo hicieron durante su niñez.
“Sé que mi semilla quedó sembrada en muchos corazones de niños y niñas que han pasado por mis manos, que hoy en día son adultos y recibimos a sus hijos en la escuela para que reciban la misma educación que ellos recibieron”, afirma.
Poco valor
Así como a Amira, Marlene Machado, una maestra petareña que enseña desde hace 40 años, dice que lo más hermoso de su trabajo es ver el fruto materializado en hombres y mujeres profesionales.
A sus 70 años, esa misma pasión la mantiene recibiendo a niños y niñas de su comunidad, en la que forma parte de un proyecto conformado por maestras de distintas zonas de Petare en el proyecto Descargando Futuro.
El salario de los educadores y trabajadores públicos se mantiene en 130 bolívares desde marzo de 2022, lo que llevó a muchos docentes a abandonar su carrera.
El mismo gobierno de Nicolás Maduro admitió que en Venezuela hay un déficit de 200.000 educadores, lo que abre el paso a modalidades como el horario especial o mosaico, en el que los planteles educativos imparten clases menos días u horas por semana, para que su personal pueda dedicarse a otras actividades que les generen mayor sustento económico.
Marlene considera que los docentes de Venezuela son superhéroes que se mantienen en pie gracias a la vocación de transmitir conocimiento, que es lo único que los mantiene en ejercicio.
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