
Hace hoy 80 años, en la tarde del sábado 27 de enero de 1945, tropas del 60º Cuerpo del Ejército de la URSS entraban en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Los guardianes de las SS, en retirada y cercados por el avance enemigo desde el este de Polonia, habían huido, no sin antes volar las cámaras de gas en un intento de destruir cualquier rastro de su propia barbarie. Atónitos, los soldados soviéticos encontraron a 7.000 presos al borde de la inanición -más de la mitad morirían a los pocos días-, pero también pruebas irrefutables de que la maldad del ser humano había llegado a su cúspide en el interior de ese recinto. Allí hallaron 837.000 vestidos, (muchos de ellos de talla para niños), 44.000 pares de zapatos y 7,7 toneladas de pelo preparadas en fardos. En total, se estima que por el campo de concentración, pasaron unos 1,3 millones de personas desde 1940, de los que 1,1 millones fueron exterminadas, principalmente judíos.
Convertido ahora en un recuerdo del pasado y, especialmente, como advertencia para el futuro, Auschwitz acoge este lunes la conmemoración del 80 aniversario de su liberación, una efeméride designada también como Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto .Pese a que ahora el recinto dle campo se ha convertido una cumbre internacional sin precedentes, se han dado cita representantes de 42 delegaciones internacionales, 27 de ellas al máximo nivel, los organizadores han querido dar todo el protagonismo a los supervivientes, con la presencia de 50 de ellos, cuyas edades oscilan entre los 90 y más de un centenar de años.
«Solo quedamos un puñado de los que fuimos prisioneros. No tengamos hoy miedo de tener la misma valentia contra el negacionismo del holocausto, opongámonos a las teorías de la conspiración que dicen que los male de este mundo los inician determinados grupos sociales», ha defendido el historiador polaco y superviviente de Auschwitz, Marian Turski. Nacido en 1926, fue forzado a trasladarse al gueto de Lodz, y posteriormente, deportado a Auschwitz, donde su padre y su hermano fueron asesinados. Durante su intervención ha hecho un alegato en favor de la paz.
En el centro de la carpa donde se conmemora la liberación, y que está situada donde los médicos nazis realizaban la selección de aptos o no para los trabajos forzados, un solitario vagón de tren de mercancías, uno de los tantos que entre 1940 y 1945 fueron utilizados por los nazis para trasladar a los judíos deportados al campo de concentración. Eran los vagones que conectaban los guetos con los campos de exterminio.
Concretamente, se trata de uno de los que se usaron en 1944, en el momento en que el comandante de Auschwitz-Birkenau, Rudolf Hoss, convirtió el campo en una industria de la muerte con el asesinato, en pocas semanas, de 400.000 judíos húngaros.
Delegaciones internacionales
Entre los asistentes, la delegación española encabezada por los reyes Felipe VI y doña Letizia y el ministro de Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres. También están los de Bélgica, Dinamarca, Países Bajos y Reino Unido -el hecho de que, después de muchos meses, Carlos III se haya despazado para un acto en el exterior, refuerza la importancia de este aniversario-.
Además, asistirán 20 presidentes o primeros ministros de otros países, la princesa Victoria, heredera de Suecia; Haakoon de Noruega, el heredero del Gran Ducado de Luxemburgo y el príncipe de la Orden de Malta. No ha faltado a la cita el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, cuya asistencia no se había confirmado, por motivos de seguridad, hasta el último momento.
Entre las principales ausencias, el presidente ruso, Vládimir Putin, convertido en un paria internacional desde el inicio de la guerra en Ucrania pese a que fueron tropas de su país las que liberaron Auschwitz; o el presidente de Israel, Benjamín Netanyahu, cuyo Estado ha prefereido enviar al ministro de Educación, Yoav Kisch. Tampoco ha asistido el Donald Trump, recién proclamando presidente estadounidense, y su delegación ha estado encabezada por Steve Witkoff, el representante especial para Oriente Medio.
Antes, a las nueve de la mañana, medio centenar de supervivientes con sus familias se daban cita en el muro de la muerte del campo de concentración. Ataviados con el pañuelo de rayas azules y blancas que recuerda al uniforme que vestían en el campo, las víctimas del nazismo han depositado velas y una ofrenda floral.
Durante la ceremonia, en la que también están previstas unas palabras de agradecimiento del director del Museo, Piotr Cywinski, se escucharán varias piezas musicales, incluidas dos obras de compositores que fueron asesinados en Auschwitz.Y, para finalizar, después de la oración judía del duelo, el ‘kaddish’, está previsto que todos los invitados rindan tributo al más de un millón de víctimas de Auschwitz.