
Aunque ahora sorprenda hubo un día en el que Elon Musk y Sam Altman fueron estrechos colaboradores. De hecho, ambos fueron el motor que puso en marcha OpenAI hace una década junto con otros inversores e ingenieros. El objetivo era desarrollar la inteligencia artificial de forma segura, abierta y lejos de los grandes intereses corporativos. En un principio OpenIA se fundó como una organización sin ánimo de lucro con el objetivo de impulsar nuevas tecnologías en beneficio de la humanidad. Años después de haber separado sus caminos, Musk ha decidido volver a la carga para hacerse por casi 100.000 millones de dólares con la compañía que fundó junto a Altman, que ya ha adelantado su negativa a materializar este movimiento.
La ruptura entre ambos se produjo en 2018, cuando Musk dejó OpenAI argumentando que la organización se había quedado atrás en cuanto a desarrollo tecnológico frente a Google. Informes posteriores de la compañía señalaban que en realidad Musk buscaba hacerse con el control de la empresa desde dentro. En aquel momento Musk pasó a convertirse en un enemigo declarado de Altman. Le ha criticado en público en varias ocasiones y también ha acusado a OpenIA de desviarse de su objetivo fundacional. Musk demandó en 2024 a la compañía por violar sus principios y anteponer las ganancias económicas antes que el beneficio a la humanidad ante su acuerdo con Microsoft. Musk llegó a firmar una carta pidiendo una pausa en el desarrollo de modelos avanzados de inteligencia artificial. Altman se mostró contrario a pausar el desarrollo de la IA.
Además, Elon Musk también se ha lanzado a desarrollar su propia empresa de inteligencia artificial con el objetivo de crear modelos transparentes y seguros que compiten directamente con OpenAI. Ha presentado Grok, una IA integrada en X, antes Twitter, que ha reforzado su rivalidad con Altman. El anuncio del proyecto Stargate, un ambicioso plan para el desarrollo de una infraestructura para la inteligencia artificial con una inversión del Gobierno de Estados Unidos de hasta 500.000 millones de dólares, reavivó la rivalidad entre ambos tras la toma de posesión de Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos del que Musk es un más que estrecho colaborador.
Salto tecnológico
Aunque ambos comparten interés por el desarrollo de la inteligencia artificial y están convencidos del salto tecnológico que la humanidad que puede suponer para la humanidad, su estrategia y visión empresarial ha cambiado a lo largo de los años. Eso ha provocado tensiones en la comunidad tecnológica de empresarios en Estados Unidos. Sam Altman ha llegado a calificar de matón a Elon Musk y aseguró que es una persona “a la que le gusta meterse en problemas”.
El líder de OpenAI se ha convertido en portavoz y máximo exponente de las nuevas empresas de inteligencia artificial. Altman estuvo en el foco informativo en 2023 a raíz de la crisis interna que se vivió en 2023. La compañía le despidió, aunque lo repescó en cuestión de días. De aquella crisis tan solo sobrevivió Altman, puesto que el resto de los directivos de la empresa ya se han marchado, como Ilya Sutskever o Mira Murati.
El enfrentamiento entre Musk y Altman vuelve a hacerse patente en un momento en el que el gigante OpenAI está tomando distancia como el líder indiscutible de la inteligencia artificial en un momento en el que esta tecnología está llamada a convertise en el centro de la carrera geopolítica con la irrupción de la china DeepSeek en el sector.