En su primer mandato, Trump permitió que funcionarios y analistas del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca escucharan sus llamadas, pero esto derivó en su primer juicio político (impeachment) por presionar al ucraniano Volodímir Zelenski, lo que lo ha llevado a conducirse con mucha más cautela y discreción.

El expresidente, que durante su campaña prometió resolver el conflicto en 24 horas, aseguró que Putin «quiere ver que la gente deje de morir». No está claro si sus contactos con el Kremlin han ocurrido desde que asumió el cargo el mes pasado. Dmitri Peskov, portavoz de Putin, se negó a confirmar o desmentir las conversaciones.

Trump ha insistido en que su administración ha logrado avances en la cuestión ruso-ucraniana y sugirió que los recursos estratégicos de Ucrania, como las tierras raras, podrían influir en las negociaciones.

El viernes, el presidente estadounidense afirmó que Rusia ha perdido casi un millón de soldados y Ucrania una cifra algo menor, una estimación superior a la reconocida por ambos bandos en conflicto.

Su enviado especial para Rusia y Ucrania, el teniente general retirado Keith Kellogg, señaló que el presidente está dispuesto a reforzar las sanciones contra Moscú para acelerar un acuerdo de paz.

Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha amenazado con imponer nuevos aranceles a Rusia si no cede en la guerra, aunque las importaciones estadounidenses desde ese país han disminuido en la última década.

Bajo la administración de Joe Biden, Washington aplicó amplias sanciones contra empresas, oligarcas e importaciones rusas.

Trump también ha mencionado la posibilidad de reunirse con Putin para discutir un acuerdo. Además, afirmó que esta semana podría recibir a Zelenski en Washington.

A pesar de haber prometido resolver el conflicto en un solo día, su administración ahora admite que el proceso podría tomar meses.