Una monja brasileña de 116 años, que se llama Inah Canabarro Lucas y reside en el estado de Rio Grande do Sul, se convirtió en la persona más anciana del mundo tras el fallecimiento de la japonesa Tomiko Itooka, quien tenía la misma edad, que se produjo este sábado.

Canabarro Lucas, quien nació el 8 de junio de 1908 en San Francisco de Assis, vive en un convento católico de la Congregación de las Hermanas Teresianas de Brasil, ubicado en la ciudad de Porto Alegre.

Según consignó la organización LongeviQuest, que se especializa en brindar información sobre los más ancianos del mundo, la mujer tuvo seis hermanos e inició su camino religioso a los 16 años en el internado Santa Teresa de Jesús, en Santana do Livramento. Después, se mudó hacia Uruguay y se convirtió en monja.

En tanto, el diario O Globo señaló que regresó a Brasil en 1930 para enseñar portugués y matemática en una escuela situada en Río de Janeiro y luego se dirigió nuevamente a Santana do Livramento, donde continuó como docente.

Por otro lado, uno de los sobrinos de Canabarro Lucas, llamado Cleber Vieira Canabarro Lucas, expresó en diálogo con distintos medios brasileños que su tía monja se somete a estudios médicos de rutina y que para alcanzar una larga longevidad se debe contar con “buen humor, optimismo, bondad e espiritualidad”.

Murió Tomiko Itooka, la mujer más anciana del mundo

El reconocimiento para Inah Canabarro Lucas llega horas después de la muerte de Tomiko Itooka, quien era la persona más anciana del mundo según el Guinness World Records. La mujer japonesa falleció el sábado a sus 116 años, según informó el sábado un funcionario de la ciudad de Ashiya.

Yoshitsugu Nagata, funcionario encargado de las políticas para la tercera edad, declaró que Itooka falleció el 29 de diciembre en una residencia de Ashiya, en la prefectura de Hyogo, en el centro de Japón.

Itooka, a quien le encantaban los plátanos y una bebida japonesa con sabor a yogur llamada Calpis, nació el 23 de mayo de 1908. El año pasado se convirtió en la persona de más edad tras la muerte de Maria Branyas, de 117 años, según el Grupo de Investigación Gerontológica.

Cuando le dijeron que encabezaba la Lista Mundial de Supercentenarios, se limitó a contestar: “Gracias”.