- Autor, Jeremy Bowen
- Título del autor, Editor internacional de la BBC
El plan que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reveló para Gaza no se llevará a efecto, ya que requiere la cooperación de países árabes que ya se han mostrado en contra.
Durante una visita a la Casa Blanca del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, Trump dijo que quiere que Estados Unidos asuma la “propiedad” de Gaza para levantar allí “la Riviera de Oriente Medio” y que implicaría el “reasentar” a sus habitantes en otros lugares.
Entre ellos Jordania y Egipto, de los que Trump espera que reciban a los palestinos que quiere desplazar de Gaza, y Arabia Saudita, de quien cabría presumir que debería pagar la factura de la idea de Trump.
Los aliados occidentales de Estados Unidos e Israel también están en contra.
Algunos palestinos de Gaza podrían estar dispuestos a abandonar la Franja si se presenta la oportunidad, pero incluso asumiendo que un millón de ellos aceptaran, quedarían 1.200.000 gazatíes allí, por lo que EE.UU. tendría que recurrir a la fuerza si quiere sacarlos.
Tras la desastrosa intervención de Estados Unidos en Irak de 2003, algo así sería extremadamente impopular en Estados Unidos.
Y sería el final de todo rescoldo de esperanza sobre la posibilidad de una solución basada en la existencia de dos estados para el largo conflicto palestino-israelí, la idea mayoritariamente asumida durante décadas por la comunidad internacional de que la paz pasa por un estado palestino que pueda convivir con Israel.
El gobierno de Netanyahu se ha mostrado obstinadamente en contra de la idea y, con el paso de los años y de los procesos de paz fallidos, la solución de los dos estados se ha convertido en un eslogan vacío.
Pero ha sido un pilar de la política exterior de Estados Unidos desde comienzos de la década de 1990.
El plan de Trump también violaría abiertamente las leyes internacionales y haría añicos cualquier pretensión de que Washington aún cree en un orden internacional basado en reglas. Las ambiciones territoriales de Rusia en Ucrania y de China en Taiwán.
¿Qué significará para la región?
¿Por qué preocuparse si nada de esto va a pasar o, al menos, no de la manera en que lo anunció Trump flanqueado por un Netanyahu sonrientemente y claramenete encantado por lo que estaba oyendo?
Porque, por estrafalarios que resulten los comentarios de Trump, tendrán consecuencias.
Es el presidente de Estados Unidos, el hombre más poderoso del mundo, ya no más una estrella de los “reality” de televisión o un posible candidato que intentaba abrirse paso a base de titulares.
A corto plazo, la conmoción causada por su sorprendente anuncio podría poner en cuestión el frágil alto el fuego alcanzado recientemente en Gaza.
La ausencia de un plan para el futuro gobierno de la Franja es ya una grieta en el acuerdo.
Ahora Trump ha aportado otra y, aunque no se materialice, toca fibras muy sensibles para israelíes y palestinos.
Se estima que dos tercios de los edificios de Gaza han sido dañados, cuando no destruidos, tras 15 meses de guerra.
La idea de Trump alimentará los sueños de los ultranacionalistas y extremistas judíos que creen que toda la tierra entre el Mediterráneo y el río Jordán, y quizá incluso más allá, es un don de Dios al pueblo judío.
Sus líderes son parte del gobierno de Netanyahu y quienes lo mantienen en el poder. Quieren que la guerra en Gaza sirva para reanudar la búsqueda del objetivo largamente anhelado de desplazar a todos los palestinos y reemplazarlos por judíos.
El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, dijo que Trump ha dado la respuesta a la incógnita sobre el futuro de Gaza tras los ataques perpetrados por Hamás el 7 de octubre de 2024 contra Israel.
En un comunicado, dijo que “quien quiera que cometiera la más terrible masacre en nuestra tierra se encontrará con que ha perdido la suya para siempre. Finalmente, con la ayuda de Dios ahora actuaremos para enterrar la peligrosa idea de un estado palestino”.
La oposición más centrista a Netanyahu no ha sido tan efusiva, quizá porque teme consecuencias más adelante, pero saludó cortésmente el plan.
La posible respuesta de Hamás
Hamás y otros grupos armados palestinos podrían ver necesaria alguna respuesta a los comentarios de Trump en forma de una acción de fuerza contra Israel.
Para los palestinos, el conflicto con Israel es impulsado por el recuerdo de la pérdida de su tierra, la “Nakba” (“la catástrofe”), como llaman al éxodo de palestinos que siguió a la guerra de 1948 en la que Israel ganó su independencia.
Más de 700.000 palestinos huyeron o fueron desplazados de sus casas por las fuerzas israelíes. Solo un puñado de ellos pudo regresar y el nuevo estado de Israel aprobó leyes aún en vigor para confiscar sus propiedades.
Ahora muchos temen que algo así podría ocurrir de nuevo.
Muchos palestinos ya creían que Israel estaba utilizando la guerra contra Hamás para destruir Gaza y expulsar a la población.
Es parte de su acusación de que Israel está cometiendo genocidio, y ahora podrían creer que Donald Trump respalda los planes de Israel.
Pero ¿cuál podría ser la motivación de Trump?
El hecho de que Trump diga algo no significa que sea cierto o seguro.
Sus declaraciones, a menudo, se parecen más a tácticas iniciales en una negociación inmobiliaria que a expresiones de la política establecida de Estados Unidos.
Quizás Trump esté sembrando cierta confusión mientras trabaja en otro plan. Se dice que anhela el premio Nobel de la paz.
Los pacificadores de Medio Oriente, incluso cuando finalmente no lo logran, tienen un sólido historial de éxito.
Trump e Irán
Mientras el mundo aún asimilaba su anuncio sobre Gaza, Trump publicó en su plataforma Truth Social su deseo de un “acuerdo de paz nuclear verificado” con Irán.
El régimen iraní niega que quiera armas nucleares, pero ha habido un debate abierto en Teherán sobre si ahora están tan amenazados que necesitan el último elemento disuasorio.
Durante muchos años, Netanyahu ha querido que Estados Unidos, con ayuda israelí, destruya los sitios nucleares de Irán. Llegar a un acuerdo con Irán nunca fue parte de su plan.
Durante el primer mandato de Trump, Netanyahu libró una larga campaña para persuadirlo de que retirara a Estados Unidos del acuerdo nuclear que la administración de Barack Obama firmó con Irán, lo que finalmente hizo.
Si Trump quería ofrecerle a la extrema derecha israelí algo para mantenerlos contentos mientras hace propuestas a los iraníes, lo ha logrado.
Pero también ha creado incertidumbre e inyectado más inestabilidad en la región más turbulenta del mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.